23.8.07

Tu Corazòn

Es tu corazòn,
y mi mano en pos de èl,
un sonido de tambores en medio de la noche
fria del desierto.

Tu corazòn
y su ritmo tribal,
su cadencia de hogueras
y cuerpos desnudos


Es tu corazòn un baile de los cuerpos;
el baile de la humanidad

14.8.07

Ayer quize buscarte...

tragarme el orgullo y arrojarme embelezada a tus brazos, olvidar la primavera y verano de ausencias y aspirarte todo, completo; robarme el olor de tu piel, y el aroma que emana de entre tus cabellos rebeldes. Olvidarme un poco del llanto que sabe a tì, para saborearte tal cual, para besar tus labios irreales en medio de un abrazo de humo.
Ayer expliquè tantas veces tu partida, y, en el embrollo interminable de silogismos y falacias, me arrojè a la fascinaciòn utòpica de tus caricias de horas prohibidas, de nuestros besos de crimen perfecto, de nuestras manos pudorosas en busca de la piel ajena.
Tus cosas, fieles testigos de mi obsesiva espera sabatina, estàn aquì, con el rastro aùn fresco de tus dactilares y sus autopistas absurdas. Aun te esperan la taza de tè, los memoramas de domingo, la matinè del hartazgo y el sillon del letargo amoroso. Aùn yo, en mi tragicomèdica rutina diaria, me asomo de vez en cuando a la puerta esperando toparme con tu silueta de sombras pequeñas.
Hoy le danzarè a la luna hasta desangrarme los pies. Hoy esperarè, agazapada debajo de tu cama, a que Nix haya cantado ya a tus oidos ese arruyo que te haya arrojado al mundo de lo onìrico. Entonces ( y sòlo entonces) , me incorporarè para verte dormir y te dirè mil palabras que ni yo misma recordarè.
Me recostarè, a escuchar tu latir y buscarè tu boca, para sentir el tìmido calor que tu respiraciòn me tatùa en la piel.
No te asustes amor, no te asustes si en la cansada duermevela de tu quieto dormir escuchas un llanto estremecido. Te juro que no soy yo, te juro vida que mis làgrimas no son; es tan sòlo Eos que se acerca egoìsta para alejarme de tu mirar y dejarte en la absoluta ignorancia de este amor que se me escapa de noche, y pretende olvidar que ya no estàs.

23.5.07

Capitulo 8: De los Mandamientos de Todo lo Perteneciente al Aire

-¿Los pájaros saben amar?
- No, el amor es una carga muy pesada para sus huesos porosos. Les oprime las vértebras, aminora la intensidad en su vuelo y termina rompiéndoles las alas, condenándoles a una vida autómata en la tierra.
- Las gallinas… ¿Ellas aman?
- Sí. Y también comen mierda

20.5.07

Demonia golpeteabe la ventana con la sórdida tranquilidad del viernes. Estaciona su auto a un lado de la acera donde una anciana vendía pay.
La mirada del niño se pierde en el suelo y su garganta emite un grito. Anciana, niños, gente, huyen despavoridos.
Demonia había perdido un dedo. No lo había notado

15.5.07

Palabras Muertas

Las palabras se me fueron contigo, tomaron sus cachibaches, se calzaron los zapatitos y se pusieron el gorrito para salir a la calle. Era domingo, lo recuerdo porque me despertaron con el bullicio habitual y deprimente de los domingos grises.

Antes de que todas se fueran, pasaba los domingos describiéndote. Así como quién corta los pétalos de una flor con la letanía del "Me quiere/ No me quiere", así cortaba yo las palabras del árbol y repetía: espontáneo, fantasmagórico, falaz, imposible, cáñamo...

Hasta que daban las cinco de la tarde y era hora de llorar, recogía todas las palabras y me metía a casa. Las escondía debajo de la cama para que nadie supiera que había pensado en tí y tomaba una taza de té caliente.

Ese domingo dijeron que estaban hartas de que no las empleara bien, que cuando tu estabas todas revoloteaban a gusto por el cuarto, y se vestían como les daba la gana, pero el socialismo de mi depresión terminó por aburrirlas y, hastiadas, buscaban revolución. Así que se fueron sin rumbo fijo a buscar a otra enamorada que les pusiera la atención que necesitaban y pudiera embellecerlas con mejores combinaciones.
Desde entonces todavía encuentro una que otra palabra, pálida, rígida y fría entre el polvo de debajo de la cama. Pienso juntarlas todas y pagar a la oficina postal para que las deje justo frente a tu puerta; después de todo, son tus palabras muertas.

6.5.07

No necesitas...

Este altar de sal,
Granos de mis lágrimas evaporadas.

No estos rezos
de sollozos altaneros.

No este mar
de petróleos y tumores.

No estas uñas
carcomidas por la impaciencia.

No esos sábados,
dormidos en el aburrimiento de tu espera.

No mis madrugadas masoquistas
con tu recuerdo de látigo.

No este remiendo devoto
a tí, el peor de todos los santos.

17.4.07

Mamá se ha ido a la mar y no regresará sino hasta mañana, tiempo suficiente para conciliarse con la demencia por intervención de la soledad.
Me deja a cargo del teléfono y las cuentas no saldadas, acechada por los recuerdos y cuestionantes que se turnan para torturarme en este espacio en el que tú, yo, y nuestras saudades no coexisten.
Mamá se ha ido lejos, dejando la casa llena de monstruos que jamás duermen, que se meten en la música y le succionan a uno las ganas de vivir. Ella empacó la compañía y los medicamentos que me tienen atada a esta realidad de papel, estas visiones gaseosas que se me esfuman como besos de acuarelas.
“Yo te quiero” – es lo único que sé decir desde que no estás, y en estos ojos se me plasman tus letras mentirosas, y me penetran los oídos tus voces y matices que imagino como si yo los hubiera creado. Después de todo, cielo: Sí. Yo te he creado en este mundo de nubes pastel del que eres gobernante, en esta nada que me construye. Y en tus brazos he ideado el bunker perfecto donde esconderme de mí misma, de ti… de nosotros.

27.3.07

¿Te veré en el Desayuno?

"los recuerdos no deberían durar más de tres o cuatro días [...] Si uno carga con todos los recuerdos termina hundiéndose, medio especulaba Cristina, por eso mi memoria nunca irá más allá de los tres días, ¿Para qué darle vueltas a lo mismo? Después de todo, todo vuelve a aparecer y tarde o temprano nos encontraremos con los mismos hijos de puta que pensábamos se habían perdido para siempre; todo es caminar en círculo para después hundirse, exhaustos, en el centro de ese mismo círculo, sin saber nada, sin saber por qué las cosas terminaron tan rápido."

22.3.07

Garrapata (El Perfume- Patrick Süskind)

O como aquella garrapata del árbol, para la cual la vida es sólo una perpetua invernada. La pequeña y fea garrapata, que forma una bola con su cuerpo de color gris plomizo para ofrecer al mundo exterior la menor superficie posible; que hace su piel dura y lisa para no secretar nada, para no transpirar ni una gota de sí misma. La garrapata, que se empequeñece para pasar desapercibida, para que nadie la vea y la pise. La solitaria garrapata, que se encoge y acurruca en el árbol, ciega, sorda y muda, y sólo husmea, husmea durante años y a kilómetros de distancia la sangre de los animales errantes, que ella nunca podrá alcanzar por sus propias fuerzas. Podría dejarse caer; podría dejarse caer al suelo del bosque, arrastrarse unos milímetros con sus seis patitas minúsculas y dejarse morir bajo las hojas, lo cual Dios sabe que no sería ninguna lástima. Pero la garrapata, terca, obstinada y repugnante, permanece acurrucada, vive y espera. Espera hasta que la casualidad más improbable le lleve la sangre en forma de un animal directamente bajo su árbol. Sólo entonces abandona su posición, se deja caer y se clava, perfora y muerde la carne ajena.

20.3.07

Delirio

*Creen que no entiendo pero sí entiendo; le conozco la cara a eso que es horrible y que espera en lo oscuro, al otro lado de la puerta, quieto bajo la lluvia porque se escapó de donde lo tenían encerrado, y que espía con sus ojos vacíos hacia el interior de nuestra casa iluminada.


* [...] Y si él aprende a nombrarme me contamina, se vuelve dueño de mi nombre, y se me cuela adentro, llega hasta el fondo de mi cabeza y ahí hace su cueva y se queda a vivir para siempre, en un nido de pánico.

19.3.07

292

Me gustaba el número dos [...], el dos me permitía defenderme, el dos llenaba el vacío que hay entre tú y yo, en cambio, el tres me revienta la cabeza en un millón de pedazos.

18.3.07

Gabriela es...

El pájaro aporreado que teme volar
El enfermo que se rehúsa a la recuperación
La niña de ojos tristes
La mujer de penas largas
La de miradas nuevas
La obnubilada
La dispersa
La histericoide
La cabrona
La pisoteada
La nunca amada
El algodón de dulce que nadie compró
El cigarro que no se fumó
La virginidad que no se rompió
La caducidad de la vida
El contenido nutricional de las latas del desamor
El desamparo inaudito
El lamento solitario
Los labios marchitos

(-Gabriela, Gabriela, Gabriela...- ese sonido que no volverá)

A la Mar... (Que no volverá a ser Azul)

Mamá me ha visto, dice que mis ojos parecen perdidos por ratos, como si se fueran de este mundo y habitaran en uno que reside allá, entre las telarañas en las esquinas de la casa.

Yo no entiendo lo que dice, son frases tan complejamente estructuradas que mi razón no alcanza a percibir una secuencia tan lógica. Me asbtraigo de nuevo y sigo contando los mosaicos tan metódicamente ordenados del suelo. Y pienso en ser ellos: Un orden autómata en busca de perfección.

Mamá sigue su discurso sobre la soledad, la paz espiritual y los ansiolíticos (se ha convertido en buena conferencista últimamente); y en los ojos, por ratos, pareciera que le brilla la vida perdida de mi hermano.

Habla sobre la intención de llevarme a la mar, respirar un aire fresco, escuchar sus sonidos de calmada tempestad, reír bajo el sol que tuesta la piel y recostarme en la comodidad de la arena fría.

Le digo que NO, y en ese "NO" le imprimo mi mar, la mar que habita en mi cabeza desde que él no está. La mar de huracanes, de lanchas sin redes, de peces muertos.

Mamá no sabe. Mamá no sabe que ya no estás, que no estuviste, que de haber estado, habría notado el momento en que me dejaste, que no hay mejor ansiolítico que tus brazos que no me sostienen, que me vituperan como el error que no se atreven a admitir.

Las 6 Letras que Quedaron de la Sopa

Olvidé lo kilométrico que se torna el mundo, especialmente el que existe en el traspatio, cuando me pongo estos ojos. Son 21mil zancadas las que hay que dar para darse un atisbo del final de la muralla que lo limita como ridícula protección contra la realidad con que colinda.

Había ahí cientos de piedras que, dormidas en su perfección, soñaban con ser diamantes algún día; y esto lo sé porque una lo dijo desde la duermevela que la tenía presa. Así que pasé, muy cuidadosamente, entre las emanaciones oníricas de mis compañeras y m senté en una de ellas: la más grande, con sueños más pequeños.

El cielo era de una simpleza tan extraordinariamente confusa, tan absurdamente azul e irónicamente limpio, que bien podría haberlo hecho un MiguelAngel de esquina, como un MattGroening cualquiera.

Llamé al perro (ese que tu odias como tantas cosas que me hacen feliz), y en mi displicente espera pensé en tí, pensé tí como cada vez que respiro, instintivamente. Pensé en vos, en vos, como cada vez que miro al espejo estos ojos ribeteados, compulsivamente. Y pensé en nos, ese nos que no existió y que, por ende, no volverá.

Tus dedos derechos y viriles, tus ojos que todo lo esconden y atrapan, tu piel que da vida a mis dedos, tu delgado labio inferior (catecúmeno favorito de mis cuidados), tus cabellos que caen como cascada de notas en un concierto de Paganini.

Y encendí un cigarro, e improvisé un cenicero con mi piel (que no es nada sin tus manos en pos de ella), y te la regalé a ti con cada terminación nerviosa que pudiera tener, y con cada aroma que de ella pudiera rezumar.

Fue entonces que los cielos cayeron sobre mí, abrí los ojos que ven lo que es y rechazan lo que no. Cayó el cielo de noviembre, sintiéndose culpable de toda la cadena que le seguía. Cayó el cielo de diciembre con esa expectativa de lo deseado, de la callada lujuria no consumada. Vino el de enero, con ese beso cardíaco y las noches de efectos secundarios. Y así llegaron los cielos, cada vez más cargados de histerias a granel hasta que se detuvieron; dijeron que abril no vendrá.

Pensé entonces que todo habría sido más fácil si... Y es que nada es fácil hoy, y no lo es más el pensar la forma de aligerar el peso de tu ausencia que se encarna en estos mis hombros tan tuyos como mi boca y razón.

Y pasaron las horas, el perro no llegó... Y si lo hizo jahmás lo noté.

12.3.07

Y esta ausencia que no se cansa
de decirme incoherencias
dice... Sólo dice:
que algún día fuiste real
¿Cómo mandar el mensaje hasta donde estás
y llevar mis sonidos hasta tus oidos necios?
¿Cómo estampar mi calcomania en tus ojos
y evadir los ecos d tu voz?
¿Cómo evitar tu ácido olor tatuado en mi fosa nasal?
¿Cómo decir que no te extraño;
Que no me rompe estar asi,
Que quiero sentirme tuya
Que quiero creer tus mentiras?
No necesito más
que aquello que no me das.

5.3.07

Ocaso de lamparitas amarillentas: olvidé darle al sol las buenas noches. La cortina me separó de la ciudad y yo... yo reventé de soledad entre las espinas de mi almohada.

El espejo derretido corría ahora mezclado en la monotonía de un ventilador. Jugaba a ser uno con la sombra, incomodaba mi espalda, mi espina dorsal. El espejo ya no era reflejo perpetuo, ya no era destino perenne... el espejo tornábase ahora un siniestro fondo de aljibe, caduco brillo de luna que la ingrata nube ensucia sin pedir permisos.

Y mis ojos jugaron a recordarle (a recordarte). Mis ojos parieron gotas de espejo fundido y me negué a llamarlas lágrimas. Corrieron presurosas hacia las sábanas alborotadas como espermatozoides en busca de tu sudor, se despeñaron en tropeles hacia el fondo de mi colchón oxidado en busca de tu saliva... y murieron amor, murieron. Murieron en el reseco ardid de tu ausencia.

Podía encender la luz, podía correr esos fantasmas... ¡Miren! No son más que eso, que sombras que huyen a la mínima insinuación de luz. Podía mover el interruptor y abrir como un inodoro el escape por el cual despedir tantos recuerdos. Mas me quede allí, acurrucado como en un vientre, levemente tapado, cobijado por el calor de la noche veraniega, sudando por los ojos, llorando por los poros, sangrando por los dedos, y escribiendo con cada vena un canto al ocaso que tu silencio impone como obligación a mi furia.

Un canto a tu espalda de huesos firmes contra mi costillar estremecido...
Un canto a tu pelo rebelde que cosquilla en mi nariz...
Un canto de psicofármacos tomados a destiempo nublando tu camisón ante mi vista...
Un canto de pocos canales de televisión, y pésimas películas... pero ¿quién? ¡Ja ja! ¿Quién quiere un televisor estando a un beso de distancia de tus ojos?

Palpitan mis cabellos esta soledad de aluminio. Soledad seca, fría, barata, de brillo falso, de espejos fundidos. Palpitan hasta mis uñas esta odiosa compañía de mis propios hombros.

Y vuela, vuela con alas de cera algún sector de mi cráneo hasta donde vos dormís (si es que dormís) y trato de consolar mis huesos sin médula diciéndoles (si es que escuchan) "la cama es diferente, la ciudad... la misma"

Y si la ciudad fuera otra, el país el mismo amor. Y si de países diferimos, es el mismo mundo. Y si del mundo te fueras, hablaríamos del mismo aire, hasta que los desprecies y ya no lo respires y entonces, hablaríamos de la misma muerte.

La existencia solo vale la vida teniéndote como certeza, y no como esperanza. La vida solo vale la existencia si vos sos sed y no fe.

Me acurrucaré en este vientre cúbico y negro, dejaré que los perros lejanos te lleven mi mensaje... Buena noche amor, buena noche. Apagaré mi cigarro en mi piel para recordar que aun la tengo, y es que no siente amor y es que tus manos y es que comprende y es que le digo al tren (quizá el último) que no olvide ulular cerca de tu ventana y decirte: Buena noche amor. Buena noche, apagaré mi deseo, apagaré tu luna, brindaré con la almohada de pasto reseco, comulgaré con la solitaria paciencia. La crucificaré, la descuartizaré y comeré un pedazo y daré otro al ventilador, y a la ventana, y al apóstolo cigarro, y a San Vidrio Roto, y al lápiz olvidado... y al resto de los doce reunidos en torno a la miseria de, teniéndote tan lejos, saberte tan cerca.

G.B.

27.2.07

Ceguera

"Se me quemaron las retinas al ver el color chingaquedito de tu desprecio"

20.2.07

Autoerotismo

... Y cuenta la historia, que cada vez que quiere hacerte el amor, parar de mentir y hacerte feliz; besa ese montón de almohadas a un lado de su cama y dice tu nombre.
Pretende entonces, a mordidas, distraerte y, sin que lo notes, dejarte debajo... Dominado.
Quitarse las ropas/inseguridades se convierte, para estas horas, en un arte que no necesita más técnica que la improvisación desmezurada.
¿Moverse? ¿Cuándo toda ella es ya un temblor? ¿Para qué? Pudiendo recorrer su vientre con la yema de los dedos.¿Dejar de ser un expectador perdido en los laberintos de su ombligo? ¿Abandonar el impulso tactil de sus costillas?

-Podría perder dieZmil virginidades aquí mismo.- Ella miente, sólo habla para disimular el susurro que tus manos soplan en sus pezones tibios.
"Sigue. Sigue. Sigue" No sabes quién grita más fuerte ¿Su boca? ¿Tu subconciente? Es sólo la sincronía de ambos en el gemido ilustrado... Único idioma decente de todo placer inmoral.

Todo es un juego de perspectivas y postales: Sus ojos cerrados, crucificados al placer. Sus pechos, volcanes contenidos a punto de explotar. Su entrepierna, orquesta cadenciosa de humedades. Y el arco de su espalda que tus uñas rasgan sin piedad.
Tu nombre (inevitable e ilegal) llena ya la habitación, y entre sus piernas se entreteje un cosquilleo.
Se desploma entonces sobre tí, sus pechos y tu piel sudorosa que los baña, sus cabellos y tu cuello en que se atan; su respiración que encuentra curiosidad en tus oidos que se empañan.
Unos dedos recorren un rostro para perderse en el hambriento cinismo de tu boca. Antes de estallar, escuchas tu nombre por última vez.
Gritos... Sudor... Silencio.

8.1.07

¿Y si te dijera que Sí?

Me tomarías entres tus brazos y jurarías ser el hombre más feliz del mundo. Construirás una cabaña alejada de la oxidación, las fieras y la sal. La puerta roja, entonces, será el umbral que me recibirá cuando decida encerrarme en el vestido blanco. Sentiremos que cada espacio se llena con los rituales nocturnos, ahora legales y sagrados.

Pasarán las piedras, y sentirás que dos nunca serán suficientes para miles de eternidades; y así verás, con desesperación, cada día veintiocho que tu semilla no ha germinado en mi vientre.

Edificaremos entoncés muros, donde sólo nos veamos en época de apareamiento y utilizaremos nuestros cuerpos como instrumento y caballete de las abstracciones que abortaré cada mes. Hasta que, escarnecido y muerto de hilarancia, Dios nos envíe su ironía en el momento en que nos dejamos y voletamos nuestras camas en direcciones transversales. Se acabará entonces el Kama Sutra y la histeria.

Crecerá nuestro hijo en cada vientre del cuerpo y la casa, en cada mordida y sabor de las lenguas, y vivirá de manías y depresiones. La casa permanecerá llena de risas, desesperación, lácteos y calostros sucios. Le leeré El Principito, y la verdadera Sirenita (ésa que se termina disolviendo y haciéndose una con la mar), escuchará a Alicia, y cuando tenga edad, él mismo descifrará su propio país de maravillas.

Llegarás a la casa, y como rutina, rodearás mi cabeza con tus dedos y besarás mi frente; preguntarás, como instinto, por Diego Eduardo y titubearás, como novedad,¿Haremos el amor hoy?

Irás entonces a la cama con tu desnudez desgastada a arrebatarle a tu hijo la mujer de los pechos santos. Lo dejrás huérfano por una noche, y le impregnarás el mundo con un olor que buscará en otra mujer, lejos de su hogar.

Pasarán las primaveras, y los polvos, y tu cabello. Y llegará el día en que te verás, con sorpresa, odiando el día en que firmé tu mayor estupidez.

6.1.07

Hace días, el muñeco del estante citaba una mente ajena:"En el mundo, hay dos clases de hombres: Reyes y esclavos. Los primeros hacen y deshacen a placer, los otros, viven a expensas de los primeros".

Fue entonces que pensé: "También habemos dos tipos de mujeres: Reinas y princesas."

Las primeras, saben que no hay mejores aliados que la Cicuta y la viudez; que las mejores alianzas se firman en la Cama Real y que la diplomacia es también cuestión de belleza. Hallan, en la cuchilla filosa de una guillotina, la forma de erradicar amenazas e incomodidades. Entienden sobre manipular, con un escote prominente como estandarte, todo el futuro de una nación. Y así, lejos de un alma flexible, gozan de elasticidad inguinal.
Las princesas, en cambio, esperan que todo les sea servido en bandeja de plata, son dóciles, mansas, de manos blandas y pieles vírgenes. Oidos fantasiosos, dedos inútiles, cabellos nulos de misterios, y vientres sin historiales ni batallas. Paisajes grises, lentos, insípidos.

Todas hemos sido princesas alguna vez, pero yo... yo ya no soy la misma pendeja, ya me cansé de los sapos.

Luna Llena en las Rocas (X.V.)

Salir de noche y no mirar la luna es como dar el cuerpo sin el alma. Pero exponerse a ella, y a sabiendas retarla, como se desafía a Purgatorio por causa de Amor, es firmar la liberación de nuestros lobos y aceptar la metamorfosis consecuente: nos crecerán colmillos, garras, pelos y a fuerza de codearnos con las fieras aullaremos más lejos, gruñiremos más hondo, jadearemos más quedo. Y después, cuando el terco reptar por los pantanos consiga consagrar nuestro plumaje, cruzada la frontera donde el mismo Luzbel nos será indiferente, descubriremos, sin asombro casi, que en la taquilla no hay boletos de regreso.