20.5.07

Demonia golpeteabe la ventana con la sórdida tranquilidad del viernes. Estaciona su auto a un lado de la acera donde una anciana vendía pay.
La mirada del niño se pierde en el suelo y su garganta emite un grito. Anciana, niños, gente, huyen despavoridos.
Demonia había perdido un dedo. No lo había notado

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