27.12.09

Tristes se ponen los árboles
ahora que, afuera, el invierno llora
Oscura se ha vuelto la casa
ahora que el sol, adentro, ha muerto

Mi cuerpo remilga,
quejumbroso y reticente,
de tu ausencia fría
de deshoras ansiosas

Pero al fin estás aquí
canon de ecos trémulos,
voz en medio del verano,
caos infinito de pasillo vacío

1.8.09

Al niño que duerme

Yo soñé la metáfora de tu muerte. Y fue dulce.
No hubo sino un silencio, muy parecido al llanto, que rodeaba tu cuerpo inerte.
Entonces, la vida representaba el magnifico día que cabía en las palmas de las manos, cubriéndolas por completo con sus claroscuros; y el amor se deshojó a la mínima insinuación de viento.
(Mis manos desearon ser las tuyas, y mis pupilas colocarse en tus cuencas de horizonte)

A todos los qe están, a los qe partieron, a los qe partirán, y en especial a los qe nunca llegaron

10.6.09

El hombre qe amo ha puesto precio a mi cabeza y en su lengua de cicuta, donde bebo diariamente, alberga la esperanza mustia de mi muerte. Ha dispuesto a mis espaldas un batallón que, ávido y hambriento, espera la sentencia del final de mi existencia; y ha movido el terrible arsénico al inocente tarro de azúcar. De las ventanas ha colgado la leyenda "salta" y en su mesa de dormir guarda las infames tijeras que ha robado del botiquín de Átropo.

Este hombre se propone saciar sus ansias asesinas con la fresca tinta de mi insípido obituario, y así le he visto comprar viudas negras y soltarlas mientras pretendo dormir. Busca jeringas entre los deshechos del hospital para luego, con desmesurada zaña, esconderlas en la latente quietud de la plantilla de mis zapatos. Ha puesto escaleras por la casa y roba gatos negros qe va encontrando por la calle.

Este hombre, de entre todos el amado, ha decidido poner fin a mis días. Este hombre tiene miedo, miedo a que de verdad le qiera.

23.5.09

Todo cuanto hay en el amor, todo cuanto le rodea, todo cuanto le pertenece... Todo en el amor es incomprensible (incomprensiblemente estúpido)

2.5.09

Van tus dos labios de artificio
entonando una belicosa tonada
por la periferia de mi ombligo

Van tus pestañas aleteando
incubando temblores
por la culposa vereda de mi vientre

Vagan tus manos guerreras,
manos duras de epopeya
por el campo minado de mi espalda

Reposa tu guerra en mi cuerpo
Que entre tu piel y la mia
No se sepa nunca lo que es la paz
De tu boca sé decir...
La nada
y la sal
y la miel

Tu boca estalla
Y tira de mis ojos
Tu boca vecina
de todo murmullo

En tu boca nace
el aturdido espasmo
que eriza violento
la frágil piel de mi vientre

Es tu boca
cataclismo, profecía
la crónica amarillista
del final de mis días
El suspiro viejo
vaga con el vaho caliente
que se arremolina en la habitación

... De él se desprenden,
...........................como esporas,
.....................................gotitas de tu piel



............................

28.2.09

A Nevermore (de nuevo) Por los bichitos qe se le alojaron en la garganta


Cual metal ardiente
De un rojo fulgurante
A mi olvidado amante
se le ha puesto la frente

No toma penicilina
Ni remedios, ni pastillas
Se sienta en esa silla
Y ve pasar la dulce vida

Su garganta ha callado
Entre llagas y dolor
Su piel pierde el color
De su cotidiano aperlado

Nevermore en la cama se tira
La fiebre lo mantiene dolorido
Y sus labios quiero en mi oido
Y solo escuchar si respira

He puesto su foto
en un altar junto a mi lecho
y guardo fiel en el pecho
la promesa de su rostro

Duerme ya, Nevermore
Y toma mucho chocolate
Mañana te esperan más desastres
en el nombre del amor

20.2.09

En los ojos de un poeta,
llamado Nevermore,
yo me reflejé un febrero;
Para marzo
se había ya diluido
y flotaba
con la espuma del mar.



Nevermore es mi negativo perfecto. Tiene los dedos rectos y bonitos de donde salen caricias, dibujos y fastuosos poemas. Tiene pasos largos y lerdos, y muchos secretos que cree que yo no sé. Posee también esa tranquilidad cínica del hambriento mar, y en sus labios vive un lunar casi imperceptible.
Cuando cierra sus ojos (que son poesía a su vez), yo lucho con todas mis fuerzas por prenderme de alguno de sus cabellos. Pero ¡Ay! ¡Es inútil!, su cabellera lisa es el suceso más imposible de entender.
Cuando dan las cinco, y entonces tengo la certeza de su ubicación, yo muerdo el tiempo para que se detenga y nos de un segundo a solas. Pero él divaga con sus dinosaurios y los chocolates que yo le tiré al río en medio de mi furia.
Yo le tengo secretos que le guardo en papelitos que más tarde aviento a su ventana que siempre está cerrada.
Hoy sé que Nevermore siempre será así, incuantificable y leve como la vida, testarudo como la vejez y explosivo como su risa que estalla los tímpanos.
Yo sé que puedo escribirle, sin miedo al rídiculo, las cursilerías vagas que, con su recuerdo de miel, me hacen cimbrar el cuerpo. Sé que estaré ahí cada noche, esperando el evento que, por azar, haga abrir esa ventana.

19.2.09

De Por Qué Ya No Hay Dinosaurios (Ni Tulipanes) En El Jardín

A él le gustan los dinosaurios, tiene toda una colección de ellos. Los guarda en el jardincito que esconde en su mochila. Los alimenta siempre a la una en punto de la tarde, cuando el sol aun se encuentra casi en su cenit y prepara sus cosas para encaminarse a la escuela vespertina, donde estudia las letras, los nombres y las fechas.
Ese día lo encontré en el parque, supongo que sus “mascotas” dormían; era de noche y no emitieron ruido alguno. En cambio él (o al menos sus ojos) estaba más despierto que de costumbre; muy callado, eso sí. Reía y comía chocolate a falta de qué hacer un miércoles del onceavo mes.
Yo lo puse en el estante y arreglé toda la casa. Quité las telarañas del ayer, sacudí el polvo vetusto de los años de espera, tiré los muebles pesados y sembré tulipanes en el jardín trasero. Todo para invitarle a tomar el té y jugar al memorama el domingo; no para decirle que lo amaba, no para encadenarlo a mi vida, no para cortarle las alas y hacerme una almohada con sus plumas.
Se metió en mi vida sin tocar a la puerta, que había quedado entreabierta para el paso del aire y desahogo. Se adueñó de mi duermevela, conquistó las cosquillas de mi nariz con su cabello de andrajo y acurrucó a sus demonios en el latente revólver de mis pasiones.
Y así, calcé una tarde los zapatitos rojos, serví el té, puse el mantel de cuadritos y esperé paciente. Él llegó, como quien llega a su casa sabiendo donde estará todo, como quien regresa al hogar después de una larga jornada. Tomó té y platicó largo rato sobre mandrágoras y Maupassant. Dibujé largo rato su boca en mi cabeza, trazaba y trazaba con ese lápiz de mis ansias, temerosa de olvidarlo todo al día siguiente.
Entre taza y taza, navegué el furibundo mar de sus labios, me perdí en su inmensidad, encallé en sus islas más de una vez, y sus huracanes desconcertaron la veracidad de mi brújula.
…Y se fue. Se fue tirando los platos, las tazas, el florero y la campanita del centro de mesa. Se fue en el más sórdido de los silencios, en la más estridente de las confusiones. Se fue dejando sus libros, su música, ¡ay! ¡sus dinosaurios! Se fue para no volver.

Hoy día, no recuerdo cuando fue la última vez que lo vi. Hoy día, él ha cambiado, y no es él. Él encontró otra ella, y ella no sabe; no sabe de dinosaurios, ni de mandrágoras, ni de la mar de sus labios. Ella coexiste, ella no le dibuja, ella no le crea, ella no sabe de su identidad de dios egoísta en este mundo de tulipanes. Hoy día, sus dinosaurios han acabado con mi jardín.

8.2.09

Te qiero en el minuto cincuenta y nueve de cada hora,
te qiero desde el borde de tus uñas carcomidas.
Te qiero en el mandato imperial desobedecido,
en la horma de los zapatos en el tendido.

Te qiero en la costura mal hecha de mi vestido.
Te qiero como a las tres de la mañana del domingo,
en el café escondido te de un ghetto parisino.
A escondidas, te qiero.

te qiero en el tarro de hojas de laurel,
en el mas pequeño de los sonidos.
Te qiero cuando estás y tus ojos se cansan,
cuando nos no qedó más qe el olvido.

Te qiero con mis escasos recursos,
con la gavetera del rincón,
con todos los sueños qe no han florecido.

Te qiero a destiempos
y con nula sincronía.
Te qiero cuando ries,
cuando miras.

Aún hoy,
cuando nuestros días han fallecido
se escucha tu vieja canción atrapada
en mi melena desbocada.


..................... Y dice qe te qiero
.....................................................con la esperanza de nada

7.2.09

AMOUR DU CHATS


Hoy el viento se cuela violento en la frágil quietud de la noche, pero Diana duerme. Duerme acompañadA por la simpleza, en un etéreo halo de tranquilidad.
Podría conquistar techos y arrebatar a la nube traicionera la ráfaga fantasiosa del ensueño. Podría brincar del tejado y ensayar un vuelo imposible. Podría descubrir al ratón de los dientes para devorarlo. Podría vigilar, silente y caprichosa, al muchacho de rizos y manos de música.

Diana podría descifrar las gotas de rocío que como constelaciones se estampan en las hojas, pero hoy duerme. Duerme porque todo lo sabe y nada quiere más sino dormir.

23.1.09

Y asi el poeta
terrorista y subversivo
acribilla con la tinta
servil y traicionera
las fibras sensibles
de la hoja qe a sus pies
impunemente agoniza

21.1.09

Pero sólo entonces, cuando tu vida se filtra como luz en la pupila ajena, cuando el tiempo transcurre en un reloj de infinitas arenas, cuando su nombre indomable está presente en las míticas espirales del nautilus, y tu andar se se torna frágil como el vuelo del ave

Sólo cuando la violencia de la vida te ha rasgado la cara y tu no quieres sino vivir, a prisa, con premura, a destiempo, en el más sublime de los caos. Sólo entonces, cuando el incesante terremoto de la vida es ya imperceptible, puedes admitir: has caido en las fauces hambrientas de ese monstruo llamado amor.

14.1.09

Y yo era ella. La niña del colegio de paga que, por cincuenta varos, te mostraba los calzones detrás de los baños. No es que desde entonces tuviera vocación. En ese tiempo jamás sentí que fuera una puta. Al contrario, sentía que al entrar mi entrepierna en escena, tenía el control total sobre mi embelezado y exclusivo público que, además de darme la satisfacción de saberme manipuladora de su atención, me pagaba. Yo era esa chava que te encontrabas borracha en las fiestas, loca y dispuesta a acceder a tu poco decente petición de visitar un motel. Sólo para más tarde llevarme tu reloj y billetera, todo en el nombre de la diversión.
Porque, vaya, nunca me ha gustado presumir; pero dinero nunca me faltaba. Y tampoco quería ser como las vecinas de mi barrio que, como garrapatas, se enganchaban a un Latournerie, un Monterrosa, o ve tú a saber qué pinche nuevo rico se les cruzara. Eso sí que no; no iba a pasarme horas esperando a que mi teléfono sonara. No iba a ensayar mis poses y sonrisas en el espejo esperando a ver cuál de ellas iba a asegurarme el patrocinio que tanto buscaba. Mucho menos arreglarme y exhibirme como vaca en feria ganadera, a ver si alguien se interesaba en comprarme. Para que, cuando por fin todo eso sucediera, pudiera vivir a expensas del juniorcito pesado y de nariz respingada que me llevara al club, de shopping a Santa Fé, y de fin de semana a Valle de Bravo.
Obviamente todo esto no me resultó nunca tan fatal. Todo se jode cuando resulta que el niño se ha aburrido y busca otra diversión. Que, por justicia poética, termina siendo otra guarra, tres o cuatro veces más gata que tú. Sí, todo esto es un gran embrollo, mucha energía y empeño para alguien como yo. Tú me conoces, no necesito estrategias para ser una vividora. Conmigo las cosas son más simples; si te hago una fregadera te la hago, y punto. Sin disculpas ni la chingada, porque sé perfectamente lo que hago; y hasta me enorgullece hacerlo tan bien.