1.8.09

Al niño que duerme

Yo soñé la metáfora de tu muerte. Y fue dulce.
No hubo sino un silencio, muy parecido al llanto, que rodeaba tu cuerpo inerte.
Entonces, la vida representaba el magnifico día que cabía en las palmas de las manos, cubriéndolas por completo con sus claroscuros; y el amor se deshojó a la mínima insinuación de viento.
(Mis manos desearon ser las tuyas, y mis pupilas colocarse en tus cuencas de horizonte)

A todos los qe están, a los qe partieron, a los qe partirán, y en especial a los qe nunca llegaron

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