19.7.05

De cuando Adan amaba a Eva

El tiempo rejurgita, se escarnece en tu cara, te vomita recuerdos de un pasado inexorable.
Sopla entre las costuras de tus labios y ahonda entre tus parpados, cerrados.
Risas sincrónicas, emociones diacrónicas, capas que se despliegan en un canto insonoro y palpitante.
¿Qué tanto amor pude haber bebido para sentirme así de confundida?
Si al cerrar sus ojos, se acababa mi mundo... No se que será ahora que se mantienen abiertos, inertes y vacios.
Solo recuerdo el espacio entre su mirada y el aire tibio que entre sueños a mis oidos exhalaba.
Viajamos por tierras quebradizas entre lagunas mentales y sopores alucinogenos. Exploradores de un espacio intravenoso... Expiados de toda persecución, exiliados de nuestros propios cuerpos.
Tiramos nuestras pieles a secar ante una luna que teme a los disparos de la selva, mientras la nada se rie ante tan irreverente majadería.
La oquedad de un abrazo en el aire cargado de respiraciones, una piedra lasciva y una esperanza que mira con lujuria a la demencia, solo eso queda del paraíso que Dios creó para dos.
Vástagos bastardos de la noche maldita fuimos. Ondeamos las manos como aves y llegamos demasiado bajo... Los demonios fornicaban como animales.
Pero el silencio ha reinado, y el paraíso desaparece.
Se terminó la conversación inexistentemente inchoerente. Sólo Dios la recuerda y se rie con aspereza.

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