28.7.14

SIMPOSIO

Dos peces nadan la eternidad
unidos por un hilo inqebrantable. 
En la espesa noche de la soledad,
sus corazones dos búhos qe aprendieron 
a cantar la alegría para espantar el llanto.

La belleza toda se ha comprimido en un arrebato lepidóptero
de pestañas y pupilas vivas, centrífugas.
Resbala plateada la lágrima venida de pozos indecibles
de una locura alimentada a fuerza de latitud de piel y distancia
donde no brilla luz alguna.

Sí. La nada y el amor cohabitan la penumbra,
son amantes ocasionales de circunstancia
y nunca se rebajan al terrible ejercicio de la ira
y la incomprensible posesión de la jaula
Su vida es ligereza de canto, de baile
de olímpicas ceremonias mutuas,
de abrazos abiertos al goce profano del otro.

El alma es entonces un reflejo diáfano
de placer místico, de epifanía personal
y hay una tristeza dulce de arrullar
de ecos y líqidos prenatales
de sueños venidos de lejanas qietudes.

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