10.7.06

El ayer no es mas que un racimo de recuerdos que sangran su clorofila en las aguas diáfanas de la mañana para beneplácito de la vista.
Mis ayeres no son mas que hojas otoñales sin racimo, sin venas ni raíces. Son la reminiscencia de la vida que se renueva bajo la lupa de un sol ostentoso. Es la escarcha que penetra aquellas tierras que han de tragar mi cuerpo.
Los ayeres no son más que un pretexto al sufrimiento, a ese que duele más por irreal que por sincero. Es el ver las cicatrices que ardieron bajo el yugo de una navaja inocente, y los surcos imborrables del torrente impaciente.
Hoy veo en mi album, algunas páginas negras, con la esperanza de encontrarme con el llanto que me trajo a casa. Y he encontrado así, con la rúbrica aún fresca de un 26 de julio subyaciente, la razón primordial de cada una de mis pesadillas.



Aun le llamo a mi cama, aunque ya no le desee mi alma.

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