La tarde de verano
se desvanece en agonía caotica
entre los labios indulgentes
de mi azucena melódica
La luna loca
degolla ideales,
aquellos de mediodía
con sabor a toronja tierna.
Pero no muere,
tan solo descansa
en el gélido cielo,
hecho, solo para ella.
No hace más
resucita diciembres olvidados,
Imagenes reminiscentes
ante ojos exiliados.
Ella muere
a cada suspiro,
ella grita,
se ahoga en un olor a suicidio.
Depresión que se derrama,
manzanas inelocuentes
de aquel cielo caídas,
sutil miel amarga.
...Tan irónica como el tulipán...
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